«Sabotaje y autoorganización»: Entrevista a Franco ‘Bifo’ Berardi sobre las protestas universitarias pro-palestinas

La siguiente entrevista fue realizada el 1 de mayo de 2024 por Chandler Dandridge, psicoterapeuta, escritor y profesor adjunto en la Escuela de Postgrado de Educación y Psicología de la Universidad Pepperdine.


Veinticuatro horas antes de que la policía de Nueva York irrumpiera en el campus, los estudiantes de la Universidad de Columbia ocuparon el Hamilton Hall, vinculando aún más su protesta a las protestas contra la guerra de 1968. Como alguien que participó activamente en las protestas estudiantiles de 1968 en Bolonia, ¿cómo ve las conexiones entre ahora y entonces?

Las similitudes entre la actual oleada de protestas pro-palestinas y lo que ocurrió en 1968 son notables. Sin embargo, lo más importante no es la similitud de comportamiento, sino el diferente contexto, y las diferentes expectativas de los estudiantes que participan en estas movilizaciones.

Desde el comienzo de la venganza genocida israelí, es obvio que la mayoría de los jóvenes se han puesto del lado de las víctimas palestinas. En todas partes, en las redes sociales, en las calles, en las universidades, en los muros de las ciudades de todo el mundo, se han repetido mil millones de veces las palabras «Palestina libre». Esta es una respuesta ética al racismo y al colonialismo sionistas. Desde un punto de vista ético, la situación actual es un punto de inflexión: la separación entre las fuerzas de la supremacía blanca (los imperialistas del Norte) y el resto de la humanidad es irreversible. Pero la mayoría ética aún no ha conseguido convertirse en una fuerza política.

Desde este punto de vista, las cosas hoy difieren de 1968. El movimiento antiguerra de 1968 se convirtió en una fuerza política que transformó las relaciones sociales, hasta cierto punto. Pero también las expectativas difieren de 1968. Cuando los estudiantes se manifestaron contra la guerra de Vietnam, esperábamos la inversión del “rapport de force” [nota de la traducción: equilibrio de fuerzas] entre el frente imperialista y el frente anticolonial. La identificación con el Vietcong implicaba una identificación con el socialismo, con la emancipación, etc….. Esto era en parte un engaño, por supuesto, pero nos identificábamos con una posibilidad positiva de cambiar las relaciones sociales y de derrotar al imperialismo.

¿Podemos decir lo mismo de la identificación actual con Palestina? Yo creo que no. Los estudiantes que se manifiestan y ocupan contra el genocidio estadounidense-israelí no se identifican con Hamás, obviamente. No esperan ningún futuro brillante, ningún futuro socialista, ninguna emancipación social de la resistencia palestina. Entonces, ¿qué tipo de identificación, qué tipo de expectativa podemos ver en la actual oleada de protestas?

En mi opinión, los estudiantes se identifican con la desesperación. La desesperación es el rasgo psicológico y también cultural que explica la amplia identificación de los jóvenes con los palestinos. Creo que la mayoría de los estudiantes de hoy esperan consciente o inconscientemente el empeoramiento irreversible de las condiciones de vida, el cambio climático irreversible, un largo periodo de guerra y el peligro inminente de una precipitación nuclear de los conflictos que están en marcha en muchos puntos del mapa geopolítico. Esta es, en mi opinión, la principal diferencia con respecto al movimiento de 1968: no se vislumbra ninguna inversión del rapport de force.

Gran parte de las protestas estudiantiles se centran en la desinversión, que parece tener un potencial revolucionario y anticapitalista. ¿Le han impresionado los estudiantes por su disciplina y sus reivindicaciones?

Este punto es sumamente interesante. Las implicaciones de la campaña de desinversión pueden llegar a ser bastante radicales, en el próximo periodo. Sin embargo, por lo que puedo entender -y puedo estar equivocado, porque no conozco lo suficiente los debates internos que han preparado el actual levantamiento-, en la actualidad la palabra «desinversión» se refiere al caso especial de Israel, como Estado canalla que está llevando a cabo un programa de limpieza étnica, apartheid y genocidio. No se trata todavía (que yo sepa, repito, y espero que me desmientan los acontecimientos venideros) de un proyecto de desinversión general, que implique el abandono de la política económica basada en el crecimiento.

En la cultura de 1968, la idea de desinversión no existía; la percepción de la catástrofe medioambiental era igualmente muy débil. Hoy en día estas preocupaciones pueden dar paso a un movimiento de transformación de la relación entre conocimiento, producción, consumo y elección económica. En los últimos cincuenta años, los estudiantes han sido los actores políticos más interesantes porque no sólo son estudiantes, sino también futuros trabajadores cognitivos. Pero no hemos sido capaces de transformar la movilización política de los estudiantes en un sujeto social, en un proceso permanente de transformación de la relación entre conocimiento, tecnología y producción.

¿Recuerdas la charla que Mario Savio dio a los estudiantes de Berkeley el 2 de diciembre de 1964? En aquella ocasión Mario Savio dijo las siguientes palabras:

«¡Llega un momento en que el funcionamiento de la máquina se vuelve tan odioso, te pone tan enfermo del corazón, que no puedes participar! ¡Ni siquiera puedes participar pasivamente! Y tienes que poner tu cuerpo sobre los engranajes y sobre las ruedas… sobre las palancas, sobre todo el aparato, ¡y tienes que hacer que se detenga! ¡Y tenéis que indicar a la gente que la maneja, a la gente que la posee, que a menos que seáis libres, la máquina no podrá funcionar en absoluto!»

En esas palabras oímos un rechazo ético a ser instrumentos de la violencia imperial, pero también la anticipación de un posible proceso de autoorganización del trabajo cognitivo. Esta posibilidad nunca se ha implementado. Los estudiantes nunca han sido capaces de transformar su movilización, intrínsecamente ligada a una condición temporal, en una organización permanente de trabajadores cognitivos. Esta ha sido la principal debilidad del movimiento estudiantil: fue y sigue siendo el principal frente de oposición, pero es incapaz de transformar permanentemente la relación social a nivel de la producción y la reproducción. Lo que quiero decir es que los estudiantes están disponibles para ser movilizados durante su estancia en las universidades, pero han sido incapaces (hasta ahora) de crear formas de autonomía permanente dentro del ciclo del trabajo cognitivo.

¿Cómo se perciben en Europa estas protestas en los campus estadounidenses? ¿Tiene la sensación de que existe un fervor similar por este tipo de acciones en las universidades europeas? ¿Están las universidades implicadas de forma similar en la especulación israelí y bélica?

Hace dos días me invitaron a dar una charla en el aula magna de la Academia de Bolonia. El tema de mi charla era la guerra en Europa, el genocidio en Palestina y la movilización de las universidades estadounidenses. La sala estaba increíblemente llena, los estudiantes estaban emocionados y sus intervenciones coincidían con las posiciones expresadas por los estudiantes de la Universidad de Columbia, etcétera. Sin embargo, cuando dije: es hora de ocupar las universidades italianas, no reaccionaron; me dio la impresión de que aún no están preparados para unirse al movimiento de Columbia.

El sentimiento de desconfianza en uno mismo está profundamente inscrito en la cultura de los estudiantes italianos, y la depresión es el sentimiento predominante, aunque estoy persuadido de que la depresión puede transformarse en un amplio movimiento de deserción activa de la guerra. Pero no espero gran cosa de las universidades europeas, aunque espero que se demuestre lo contrario.

Hablamos del Primero de Mayo, cuando la Federación General Palestina de Sindicatos – Gaza convocó una huelga. El grupo estadounidense Writers Against the War on Gaza se hizo eco de su llamamiento. ¿Qué significa relacionar esta acción laboral colectiva con el genocidio de Gaza?

Esto es retórico. El Primero de Mayo es sólo un día retórico más, al menos en Europa. La necesidad de una conexión entre la agitación ética contra el imperialismo y el movimiento obrero debería ser mucho más profunda. Lo que necesitamos no es (sólo) un día de manifestación, o un día simbólico de huelga. Lo que se necesita es la conciencia del papel crucial de los trabajadores cognitivos en el actual proceso de producción capitalista, de la posibilidad de invertir las principales tendencias del desarrollo tecnológico.

La movilización de un pequeño número de trabajadores de Google contra la implicación de Google en el genocidio israelí es mucho más importante que un día de solidaridad simbólica. No necesitamos solidaridad simbólica. Necesitamos un proceso de autoorganización de los trabajadores cognitivos contra la guerra. Los trabajadores cognitivos son simultáneamente cómplices del poder semiocapitalista y víctimas del mismo (precariedad, sufrimiento mental, soledad). Esta es la contradicción más importante de nuestro tiempo, en mi opinión. Para ir más allá de una movilización simbólica ética (que sin embargo es urgente e importante en sí misma), debemos desentrañar la potencia de subversión social que está implícita en la vida postestudiantil, en la actividad de los trabajadores cognitivos.

¿Qué lecciones podemos aprender de 1968? ¿Tiene algún consejo para los manifestantes estudiantiles de Estados Unidos basado en su experiencia de estas luchas?

No tengo ningún consejo que dar. Nunca he confiado en los asesores políticos cuando no forman parte de la movilización. Sin embargo, hay una lección que extraigo de los movimientos de 1968, y quiero hacerla extensiva al presente: La universidad (y el sistema educativo en general) es un lugar de acceso al conocimiento, y también de producción de conocimiento. Pero también es una institución que puede influir directa e indirectamente en las semio-fábricas, me refiero a las grandes empresas que producen tecnología, que irradian comunicación. Lo que es más urgente ahora, y en el futuro próximo, es extender el rechazo que viene de las universidades (rechazo de la deshumanización absoluta producida por el capitalismo corporativo y el sistema militar) a las semio-fábricas.

Sabotaje de la cadena de producción de la (in)cultura de masas, sabotaje de la cadena de producción de la inteligencia artificial militar. Sabotaje y autoorganización. Sabotaje del uso militar del conocimiento. Y finalmente, organizar las energías cognitivas en un proyecto de autonomización de la vida social respecto al capitalismo. Lo sé, son grandes proyectos… demasiado grandes, tal vez. Sin embargo, la ocupación de las universidades es el mejor entorno para lanzar grandes proyectos, y para autoeducar a la gente hacia la autosuficiencia y la autonomía.

7 de mayo de 2024

Traducido por Amapola Fuentes (Colapso y Desvió)

Publicado originalmente en ingles: https://illwill.com

Fuente: https://colapsoydesvio.noblogs.org


Colaboraciones a edicionesapestosas[arroba]riseup.net


 

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