En el estadio actual del capitalismo, el trabajo asalariado es un ineludible en la vida de toda persona. Presentado como único medio de acceso para garantizar el bienestar, se reproduce como una verdad incuestionable, de tal manera que, fuera de las garras del trabajo, no hay forma posible de satisfacer nuestras más vitales necesidades.
No existe otra forma posible de gestionar la vida en la sociedad de la explotación y mercantilización, cada aspecto de nuestra existencia tiene un precio y por lo tanto se puede negociar.
Para la estructura capitalista contemporánea, el producir y consumir van de la mano, pues para acceder a las mercancías que el sistema nos ofrece hay que optar por el trabajo asalariado, junto al respectivo endeudamiento, o por el camino de las actividades ilegalistas. Cabe considerar que la segunda opción, no siempre se reviste de un carácter revolucionario contra las dinámicas de explotación, sino que han tendido a reforzar el entramado de opresión e individualismo(narcotráfico-trata de blancas, entre otras dinámicas).
Bajo la idea del buen vivir y el progreso occidental, lxs explotadxs, sobre todo los del hemisferio sur del planeta, realizamos trabajos que aseguran las ganancias del mercado global y el funcionamiento de la maquinaria capitalista.
En nuestros territorios,el gran conglomerado del capital transaccional, en complicidad con la clase empresarial local, definen las condiciones laborales y de vida. «Gracias» a la colonización – momento en el que se imponen las nuevas lógicas de trabajo- Nuestros territorios pasan a cumplir una función específica en el ciclo de producción mundial, dentro del cual justifican la explotación y la devastación de la tierra, los bosques, el subsuelo, las aguas y toda vida.
Así mismo las tareas que se enfocan en los cuidados mutuos y de reproducción, las cuales no representan directamente ganancias para el capital, son invisibilizadas y/o estigmatizadas. Es el caso del mal llamado trabajo doméstico como actividad referente a lxs cuerpos feminizadxs. Del mismo modo las lógicas de mercantilización ordenan el movimiento de personas, quienes en grandes masas son reordenadas bajo criterios de racialización y pobreza.
Hoy a 138 años de los sucesos de Haymarket, en Chicago, recordamos a nuestrxs compañerxs que fueron asesinados por promover la jornada laboral de 8 horas como forma de cuestionar y arrebatarle tiempo al capital, lo que a día de hoy entendemos como una manera de reivindicar el tiempo libre, el ocio.
La memoria negra les recuerda como luchadores por la libertad y solidaridad revolucionaria, y posicionamos el 1ro de mayo como una fecha de confrontación, huelga y sabotaje contra el sistema.
No nos hacemos parte del buen vivir del progreso capitalista. No queremos un mejor trabajo sino dejar de trabajar. Queremos disponer de nuestro tiempo para vivir nuestras vidas. Queremos jugar, crear, construir y luchar. Y no volver a decir que el vivir nos cuesta la existencia.
Con los compañeros de Chicago en la memoria, en contra de lxs enemigos de la libertad.
A recuperar la vida: Huelga, Sabotaje y Confrontación
¡Por un mayo anarquista: Autoorganización, Lucha y Acción directa!
Presxs revolucionarixs y anarquistas a la kalle
Contra sus cadenas de muerte: ¡Solidaridad y complicidad!
¡Que viva la anarquía!
Red de Lucha y Propaganda
1 de mayo de 2024
Recibido el 1 de mayo de 2024