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*Poema complementario a Yo no lo creo
En la calle principal
se siente
se escucha con pasos de gigante
Gente indignada y descontenta
que (al fin) sale del privado encierro
y se manifiesta en el reducido espacio público
que nos va quedando
Participo como sin darme cuenta
como sin querer entrometer mi lengua
y sin embargo, no puedo evitar desenfundar
la crítica de mi pensamiento retraído
Mucha
petición
y poca acción
Mucha
protesta
y poca propuesta
Empiezo a decirme
después de repetir por años
el mismo ritual izquierdoso y quejumbroso
luego de interminables petitorios
que no lograron conquistar transformaciones reales y profundas
Y sí, concuerdo
con la rabia y la amargura
con el malestar y el desencanto…
En que algo no funciona
en esta pillería de sistema
Y me pregunto,
¿Qué es lo que realmente no funciona?
¿Los parlamentarios? ¿Los ministros? ¿Las leyes?
¿O somos nosotros,
que en su mayoría dejamos de sentir
el apasionado palpito de la propia iniciativa?
Siendo así el trasfondo del conflicto
desconfío de la revoltosa llama
de este perseverante movimiento
cuya impronta es el habitual peticionismo
implantado en el verbo y el aliento
En tanto, salgo a buscar la diferencia
la ruptura con el ciudadanismo pedigüeño
que nos detiene en la petición
y en la protesta
que nos paraliza
y sólo paraliza
Y voy con la firme convicción
de que existe la diferencia
y la ruptura
a su tiempo floreciendo en algún rinconcito
de este mundo moribundo que nos duele
Como puede ser la incipiente
autonomía de espacios liberados
o los huertos urbanos pequeñitos
que bregan por recuperar
la vilipendiada soberanía alimentaria
o las instancias de autoaprendizaje
y reflexión, que se fraguan en silencio
en el lugar menos esperado
Como puede ser, en palabras claras
un método de construcción y destrucción
sin intermediarios ni vanguardias
Al objetivo sin pelos en la lengua
Porque entre construirnos
un camino propio
o quedarnos inmóviles
con mucha petición
y poca acción
con mucha protesta
y poca propuesta
ahora elijo la potencia
(individual y colectiva)
de la impredecible Acción Directa
Cristóbal Godoy